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El correo en Yerbas Buenas

Cápsulas de la memoria

El correo en Yerbas Buenas

Publicado el 01/05/2020
Esta semana, en este espacio del recuerdo que hemos denominado "cápsulas de la memoria", empezaremos a relevar a personajes icónicos de la historia yerbabuenina. Comenzaremos este ciclo con la figura de Georgina Esterio, encargada de la correspondencia en Yerbas Buenas hasta mediados de los años ochenta. Los invitamos a disfrutar de algunos recuerdos y anécdotas.

Si hacemos un poco de historia en relación a la correspondencia en Chile y nos remontamos a la América precolombina, ya podemos encontrar un sofisticado sistema de comunicación implementado por los Incas, que unía el sur de nuestro continente a través de extensos y sinuosos caminos que eran recorridos por mensajeros o chasquis, llevando la información en sus khipu, instrumento para almacenar y transportar la información, a través de cuerdas de lana o algodón con nudos que contenían el mensaje. Podemos hablar del primer correo en América.



Con la llegada de los españoles, la Corona se preocupó de crear un servicio de correos que fuese seguro, y para ello entregó concesiones privadas a personeros de confianza. Cuando el rey Felipe V decide estatizar el correo designan en Chile al "adelantado" Ignacio de los Olivos que se convierte en el fundador del Correo de Chile en el año 1747. Pero fue en el año 1762 que los servicios postales del reino se organizaron, reglamentándose los oficios de administradores, interventores, oficiales, carteros, guardias, postas, mozos y postillones.



Una vez proclamada la Independencia, la comunicación en todo el territorio se tornaba fundamental para mantener las ideas republicanas. Al llegar O´Higgins al poder declaró al correo como servicio del Estado. Durante los decenios de Prieto, Bulnes, Montt y Pérez, el correo mantuvo su rol comunicador de máxima importancia, extendiendo sus servicios prácticamente a todas las ciudades y pueblos del país. Con la implementación de la estampilla se establece un medio de pago que permitiría la instalación de buzones o cajas receptoras de correspondencias en lugares públicos y céntricos de las ciudades.

Estos buzones, ahora con carácter ornamental, fueron sin duda epicentro de la socialización entre las personas de la sociedad del siglo XX, ya que cada pueblo contaba con uno y con alguien encargado de su administración. En nuestra comunidad yerbabuenina, esta persona encargada de la correspondencia era Georgina Esterio, razón por la cual hoy, su imagen, forma parte de la galería de personajes relevantes en la exhibición permanente de nuestro Museo Histórico.



Así es recordado el correo en Yerbas Buenas por María Elba Gálvez Moreno, exdirectora y fundadora del Museo Histórico de la comuna, en un libro de su autoría.

"… la correspondencia llegaba en la tarde al correo de Yerbas Buenas. El mercurio por ejemplo y la correspondencia se repartía en voz alta al grupo de personas que acudía al horario de las 5:30 horas aproximadamente. También llegaban encomiendas. Había también casillas con llave que cancelaban algunos fundos aledaños para sus cartas. Las personas también podían ver la lista que se colocaba de la correspondencia sobrante o no retirada."

El correo resultaba ser un lugar de reunión a la hora en que se "cantaban las cartas". En palabras de Patricio González, histórico corresponsal de prensa de nuestra ciudad, "...muchos íbamos por estar ahí, ni siquiera esperábamos carta".



Todos ansiosos a que cantaran su carta, esperaban a Georgina Esterio que se asomara al corredor. En la comunidad era más conocida como Coquita. Recordada por todos como una persona muy cercana y afectiva con los vecinos y vecinas.

"Coquita era muy tierna, era amiga y cómplice. Ella estaba a cargo del correo."

"Yo le tuve mucho cariño a Coquita. Con mis papás eran muy amigos, se ayudaban y se visitaban y cuando éramos chicos nos hacía unos chalecos muy lindos, porque ella tejía muy precioso. Entonces yo la quise mucho. Cuando yo empecé a pololear y en mi casa no me dejaban por nada del mundo, ella también era mi cómplice".



Estos relatos nos hablan de una época donde vecinos y vecinas compartían estos espacios que resultaban comunes para socializar: corredores, veredas e incluso patios interiores de las casas.



"…yo me lo pasaba en su casa, porque tenía un tremendo peral en el patio. Antes las casas en Yerbas Buenas siempre tenían las puertas abiertas. Ella tenía en un tarrito las peras."



El correo entonces se transforma en un espacio significativo no sólo por las cartas y encomiendas que llegaban, sino también por las innumerables anécdotas que recuerdan las participantes del taller de Memoria e Historia Oral; recuerdos que giran en torno a la figura de la Coquita, quien muchas veces colaboró para que éstas se concretaran.



"¿En qué fue mi cómplice? Cuando ella estaba a cargo del correo, yo tenía como 13 años, estaba la sección de La Tercera que decía "Cásese si puede", uno escribía una carta con su descripción: morena, 20 años, intereses, la música. Pero no podía poner mi nombre sino me iban a pillar en mi casa, entonces yo le decía: Coquita yo me voy a poner fulana de tal y las cartas que lleguen a ese nombre usted me las guarda. Entonces cuando tocaba cantar las cartas ella dejaba a parte las mías. Porque antes se cantaban las cartas, cuando llegaban a eso de las cuatro o cinco de la tarde, la Coquita salía a cantar las cartas, y las mías las dejaba al lado. Ella esperaba a que se fueran todos y me entregaba las cartas, de los pretendientes. Son las mejores historias de mi adolescencia."



Las anécdotas que nos cuentan las participantes del taller versan en torno a la confidencialidad que ofrecía Georgina a la hora de entregar las cartas, que dado el contexto histórico, las jóvenes y adolescentes del pueblo no podían sostener relaciones epistolares con ningún pretendiente sin la autorización de los padres, pero Coquita muy amablemente contribuía para que esas interrelaciones llenas de romanticismo pudieran realizarse.



"Sabes que en esos años una era mayor de edad a los 21 años y las cartas tenía que recibirlas el papá, y ella también me ayudó con un pretendiente que tuve yo, pero fue muy divertido. Era un muchacho muy buen mozo que conocí. Yo vivía en frente de la plaza y me gustaba, nos gustábamos, entonces se terminó el verano y me dijo, yo te voy a escribir, ya listo dije yo. ¿Pero cómo? Y hablé con la Coquita. Le dije: Coquita, van a llegar unas cartas a mi nombre pero no me acuse a mi papá, no se preocupe me dijo, y me guardaba las cartas. Yo les voy a contar lo que me pasó con ese pololo: las primeras cartas a un mes, mes y medio, unas cartas bonitas, con unas letras bonitas y todo, románticas, y yo inspirada también para tratar de igualar... bueno y recortando para las estampillas, porque en ese tiempo había que ponerle estampillas a las cartas. Pasaban los meses y no me escribía, yo esperaba para contestar, y de repente llega una carta, y la letra rara, una letra horrible, entonces la abro y era mi amado. En la carta me contaba que había tenido un accidente y se había fracturado un brazo, por eso su letra estaba tan refea. Y la tontona le creyó. Le seguí escribiendo, y un día le dije y tú por qué todavía no sanas de tu mano, mira que la letra apenas puedo leerla. Me empiezo a dar cuenta que me repetía las cartas. Este desgraciado copiaba las cartas de no sé qué parte. Y sabe que le mandé una carta bien retada, y le dije que no me escribiera más. Al mes después me llegó una carta de vuelta, con la letra bonita, me decía que lo disculpara, que por hacerle un favor al primo, él le escribía las cartas, y que su primo para hacer la O tenía que poner una taza boca abajo. Él le hacía las cartas. Así que le dije a la Coquita que si llegaba una carta más por favor la devolviera."



Estas narraciones dan vida a un momento y lugar históricos para la comunidad de Yerbas Buenas; el correo es recordado por todos y todas quienes vivieron durante el siglo pasado. Hoy como vestigio histórico queda el buzón, que con el paso del tiempo se puede ir borrando su pintura pero no se borrarán todas las historias que se tejieron a su alrededor y que hasta hoy permanecen en el imaginario colectivo de nuestra gente.