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Alicia Torres y Ana Munita: Centro de Madres en Yerbas Buenas en la década del ´60

Cápsulas de la memoria

Alicia Torres y Ana Munita: Centro de Madres en Yerbas Buenas en la década del ´60

Publicado el 06/05/2020
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Dos son las protagonistas de la presente cápsula de la memoria, relevadas por la comunidad en la colección fotográfica de la exhibición permanente de nuestro Museo Histórico. Varios recuerdos y anécdotas nos evidencian la participación activa de ambas vecinas de la comuna en el Centro de Madres Juan XXIII. A continuación compartiremos algunas.

La señora Alicia Torres Flores, destacada presidenta del Centro de Madres Juan XXIII por 20 años, es recordada como una de las vecinas que siempre fue de Yerbas Buenas. Su familia tenía un almacén y restaurante conocido no sólo en la comuna, sino también en Linares; hablamos del local llamado México.

"La Lichita, amiga por muchos años, ella siempre ha sido del pueblo, sus padres tenían un restaurante y almacén. Todo el mundo decía vamos a México, pero no se llamaría así." El nombre del restaurante era parte de las nomenclaturas locales que nacen espontáneamente desde los propios vecinos y vecinas, éste en particular surge de una anécdota que habla del estilo de música que se escuchaba en ese lugar. "¿Por qué le decían así? porque tenían solamente música mexicana, en esos discos grandes, los vinilos, eran México, Pénjamo, Juan el Charrasqueado, todo eso. Quedaba detrás de la bomba de bencina. Venían de todos lados, de Linares incluso." La señora Alicia es recordada por sus vecinas y amigas porque: "Era muy cariñosa, siempre llegaba con una talla, era muy amorosa." Otro lugar rememorado a raíz del rubro en el que trabaja la familia de la señora Alicia, eran las ramadas o fondas que se realizaban en la comuna. "Cuando yo era niña recuerdo que sus padres sacaban fonda, era como tradición que todos los años ellos sacaban la fonda principal… Las niñas, o sea ella, de mesera, la mamá en la cocina, el papá en la caja, era una familia muy trabajadora." El origen de estas ramadas, en nuestra historia nacional, se remonta al periodo colonial, gestionadas precisamente por mujeres; lugares donde se concentraba la diversión y eran reconocidas como "...establecimientos ocasionales que expresaban una identidad de raigambre campesina," amenizadas con música, canto, bailes y la infaltable chica y vino tinto.

"Antes las ramadas eran distintas, se podía bailar cueca… las ramadas eran hechas de ramas. Eran para bailar, para comer y para pelear…" El rol más protagónico de la señora Alicia, en la historia reciente de la comuna, lo tuvo en la dirigencia del Centro de Madres Juan XXIII, donde fue presidenta, con una gestión que destacan quienes integraban la organización en esos años. "Ella fue presidenta del Centro de Madres por muchos años, organizaba los paseos, generalmente íbamos a la playa, nos íbamos el día viernes y volvíamos el domingo. Su marido tenía un camión, en algunas oportunidades salíamos en él, en un camión que tiraban animales, y ahí nos íbamos, todas, a todo grito. Todas chacoteábamos arriba del camión."

Los recuerdos en torno al Centro de Madres nos llevan a poner en valor a otra de sus protagonistas en la historia de Yerbas Buenas del siglo pasado, la señora Ana Munita González, destacada vecina y miembro también del Centro de Madres Juan XXIII.

"Era conocida por su participación en el centro de madres y era muy alegre y buena moza." "Fue secretaria, en esos años en el gobierno de don Eduardo Frei, ahí empezamos nosotros, tal cual. Fundamos Juan XXIII, y de las fundadoras de esos años queda la señora Eva Zúñiga. Funcionaba en la iglesia, en el salón parroquial, y después nos fuimos a la escuela, y después a la sede del consultorio."

En relación al origen de los Centros de Madres en Chile, si bien no hay mucha claridad al respecto, se puede dar cuenta de su existencia a partir de la década del 30, como organizaciones dirigidas a mujeres, desde iniciativas particulares pero sin lineamientos claros. Es en 1964, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, que se potencian las organizaciones comunitarias de base como los Centros de Madres, que para la época serán considerados como centros promotores del cambio social. "La mujer es palanca fundamental en los cambios sociales que experimenta el país" titulaba el periódico la Nación en 1966, en referencia al rol activo de los centros de madres en la sociedad. En estos lugares las mujeres se reunían también para aprender nuevas técnicas en manualidades, son profesoras y estudiantes, terapeutas y amigas. "En estos espacios las mujeres aprendieron a valorarse y por sobre todo entendieron que no estaban solas" (Bahamondes, F.)

En este contexto se funda el Centro de Madres Juan XXIII, organización que entre sus acciones sociales tiene un rol activo en la comunidad a través de gestiones solidarias, que las invitaba a reunirse y trabajar de manera autogestionada y colaborativa.

"Existía una agrupación llamada hijos de Yerbas Buenas, y llegaban de allá con regalos, traían lana, y ahí hacíamos chalecos para regalar cuando llegaba la navidad. Comprábamos juguetes también, por octubre en esos años, empezábamos. Estaba por otro lado el presidente del club de carreras, de la cancha de carrera, y hablábamos con Don Miguel para que el día domingo nos diera las carreras. Entonces íbamos a Linares a comprar pescado: el sábado aliñábamos, el domingo freíamos y llegábamos a llorar friendo. Hacíamos empanadas también y así juntábamos dinero para hacer las fiestas de navidad. Y de broche de oro la señora Marta Martínez Cruz, en su casa, nos invitaba a hacer galletas, hacíamos galletas con miel, hacíamos paquetitos y esos los repartíamos."

También son recordadas las jornadas recreativas que organizaban las personas que integraban el Centro de Madres, paseos y festividades, algunas con relevancia local como los aniversarios de la organización, donde se destaca la participación de invitados especiales. "En los aniversarios invitábamos a las autoridades y eran con bailes, y venían todos, les sacábamos el jugo bailando, muy linda la convivencia." Dentro de estas iniciativas de recreación están los paseos, los que evidenciaban un alto nivel de organización, para que nada faltara y pudieran disfrutar de uno o más días en algún balneario de la región. "Íbamos a la playa por dos días, nos íbamos del día viernes y volvíamos el domingo. Íbamos a Constitución y en esa época los caminos no estaban asfaltados, y habían piedras rojas, y nos veíamos como monos y no había agua, y cuando llegábamos directo al agua a lavarnos por parte en la playa." "…y para los paseos, la condición era que cada socio tenía que llevar una gallina muerta. Cuando llegábamos todos con la gallina se las entregábamos a la presidenta y ella ponía un palo y las colgaban ahí, y al otro día se hacía un fondo de cazuela, todos almorzábamos ahí, y el día domingo era pescado frito, así que freíamos pescado, y después nos veníamos."

El Centro de Madres Juan XXIII aún sigue vigente en nuestra comuna, y hasta el día de hoy la imagen de la señora Alicia Torres y de la señora Ana Munita, y seguramente de muchas otras socias, se atesoran como parte de su historia reciente, que tal como ellas compartieron sus vidas semanalmente el amparo de este espacio que las acoge para encontrarse y socializar.

Webgrafía http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-100688.html https://www.memoriasdelsigloxx.cl/601/w3-propertyvalue-21144.html Bahamondes, F. 2016. "Centro de Madres en el Chile rural, un espacio de seguridad. Cociendo, costureando, entablando un entramado social", en revista Nomadías, número 22. Pp 83-100 file:///C:/Users/user/Downloads/45138-1-159260-1-10-20170301%20(1).pdf