Primer vuelo sobre Yerbas Buenas ocurría en 1913
Don José Urrutia nos cuenta que:
Fue una gran fiesta y todo el mundo se preparó. Una parte del Programa fue que se trajo un avión que voló en Yerbas Buenas. Mi padre, como buen niño de 13 años (nacido en el año 1900) junto con otros chiquillos de su edad, los tenían sumamente preocupados. ¿Cómo sería un avión? Y estaban atentos a cualquier movimiento de cuándo y cómo llegaría éste.
Finalmente, días antes del 27 de abril, día del Centenario, se sabía en el Pueblo que el avión llegaría en tren a Yerbas Buenas, pero como aún no estaba construido el puente de Ferrocarriles en el Estero Abránquil, al costado Sur de la Población Fuster, el avión se descargó al otro lado del Estero, hasta donde a la fecha, llegaba la línea del Tren.
Decía mi padre, que ningún chiquillo de su edad, se perdió de ver esta proeza. El avión venía desarmado. Las alas aparte del fuselaje y fue trasladado en carretas por el cruce habilitado al fondo de la Calle O'Higgins (camino real) hasta el Fundo San Jorge, un poco al norte del Chalet que fue de don Humberto Forno, al parecer actualmente casa de la familia Muñoz.
Ahí se preparó una especie de cancha para que el avión cumpliera su cometido. Además del Piloto venía un par de ayudantes, mecánicos, los cuales procedieron a armarlo, apretando tuercas y otras cosas.
El día del vuelo, el Piloto volvió a recorrer la cancha y taparon nuevamente, algunos hoyos. Todo era nerviosismo y expectación, estaban las Autoridades Militares y Civiles, niños por todos lados, para aclarar que eran muchos los que habían venido, la gente decía que eran más de 100 carretas, que llegaron desde Linares con Bandas de Pitos y Tambores, escolares, civiles, particulares, profesores, etc. Sin contar todas las personas y niños de los alrededores y del Pueblo.
Muchas personas a caballo, y las apuestas no tardaron en aparecer.
Unos, que no volaban. Otros que no contestaban y no faltó quien apostó a uno u otro lado. Mi padre observaba mucho al Aviador, puesto que le parecía muy raro, con un gorro de cuero, lentes cerrados en la frente y pantalones y botas muy extrañas. No quiero equivocarme del apellido del Piloto, parece que me dijo "Acevedo", quien dio la mano a algunas autoridades y conversó con ellos y estuvo sentado un rato a la sombra de un árbol. Llegó la hora, se dirigió a su avión, había tensión en el aire, muy pocos habían visto un avión. Sólo algunos que viajaban a Santiago, sabían y conocían de éstos. Para otros, "era el mismo Demonio". Se subió al avión y los mecánicos dieron vuelta a la hélice y después de algunos trámites mecánicos partió.
El ruido de la hélice era tal, que se espantaron algunos caballos, pero la suerte ya estaba echada, el aparato comenzó a avanzar por el suelo, ante el griterío y desconcierto de los asistentes, que no sabía qué pasaría. Se colocó en la partida de la cancha y comenzó a acelerar, cada vez más rápido y se elevó el avión. Los gritos aumentaron, algunas personas se arrodillaron y se persignaban, escuchó a una persona que decía:"esto es con arte, esto con arte". El avión se alejó y después pasó, varias veces a baja altura sobre la cancha, causando que todos saludaran con sus sombreros y pañuelos y el griterío era ensordecedor.
Finalmente, aterrizó. Y al final de la cancha, casi el avión detenido, se ladeó y se paró. Una rueda había entrado en una especie de charco, pero no pasó nada.
Cuando mi padre me contaba esto, aún se impresionaba, dada la época y la forma cómo sucedieron estos hechos.
Texto Original de Don José Alcibíades Urrutia González entregado a la Directora del Museo 13 noviembre 2014